Otro día, otra semana, todo un Lunes por delante…
Mis ojos legañosos no me dejaban que los abriera, o a lo mejor es que
no quería, era verano, así que no importaba que me despertara pronto, los
pájaros cantaba apoyados en el árbol de
al lado de mi ventana. La puerta chirrió levemente, me tapé rápidamente,
ocultando mi rostro aun somnoliento y mi cuerpo, que todavía no estaba
preparado para levantarse, la puerta volvió a chirriar anunciando que la
cerraban, “A lo mejor piensa que duermo y no quiere despertarme” pensé, pero
escuche pasos sordos que retumbaban en mi cabeza, ni mucho menos se había marchado
de la habitación, los pasos que cada vez se acercaban más, me dieron a entender
que no tardaría en salir de mí cálida y
cómoda cama. Una mano me zarandeó.
-¡Despierta!- dijo Maya, con su gran jovialidad en la voz.
-No quiero…-respondí todavía tapándome mas la cabeza.- Es pronto Maya-
-¡Que te levantes!-me ordenó.
-No… Porqué si no…
-Que me da igual.-me cortó al instante.
-Anda Emily… No me seas dormilona.- Esa voz no era de Maya.- Ni
tampoco vaga.
-¿Dulce?- me destapé la cara y me incorporé, la luz me dañaba los
ojos.
Dulce, estaba delante de mi cama con sus largos y rizados cabellos y
sus ojos marrón chocolate mirándome fijamente, su rostro reflejaba diversión y expectación.
-La misma.- respondió riendo y tapándose la boca con una mano.
La miré extrañada.
-¿Tu no te habías hido con tu madre, a Florida?
Se lo pensó un poco.
-¡Sorpresa! –corrió a abrazarme. –Ya ves, me quedé con mi guardiana.-
añadió.
-Eso es lo que te tenía que decir-le señorita, señorita Király.
-Te tengo dicho que me llames Emily.- le espeté.
Maya tenía una manía, llamarme por mi apellido, cosa que odiaba, me
sacaba de quicio, yo no era nadie importante, ni una ricachona, para que me
llamaran así, y aunque se lo recordaba constantemente a Maya, ella me lo volvía
a decir , algunas veces, hasta creía que, algunas veces, lo hacía
intencionadamente para desquiciarme.
Maya era muy alegre y activa , siempre estaba de aquí para allá, con
su lisa y larga melena oscura ondeando al viento y sus ojos verdes esmeralda
transmitían tan bien lo alegre que era Maya, que era casi imposible no sonreír
con ella a tu lado, digo casi… porque yo lo conseguía.
Me pareció extraño lo que había mencionado Dulce sobre su guardiana,
porque ella no tenía guardiana, para eso, tenía a su madre, Ana, ella era fotógrafa de paisajes, solían
viajar constantemente, para fotografiar diferentes paisajes, pero, hacia menos
de una semana, se habían mudado a Florida, pues Ana, se aburría de los paisajes
de aquí, me supo muy mal, pues Dulce, era de una de las pocas personas en las
que confiaba, gracias a mi carácter anti-social, pero ahora ella, estaba allí delante mío con
un vestido escotado sonriéndome con picardía.
Fruncí el ceño.
-Oye Dulce… -dije mientras salía de mi cómoda cama.
-Si –se apresuró en decir.- ahora tengo guardiana.
Dulce siempre intuía lo que pensaba la gente, sobre todo con la gente
que tenía más confianza o que conocía más, suponemos que es uno de sus poderes
de Elegida, que poco a poco se iban manifestándose, ella, ya poseía alguno que
otro y más o menos los controlaba, en
cambio yo, ni tenía ninguno, no se habían manifestado aun, ni siquiera tenía ni
una señal de que fuera una Elegida, nada ni una simple marca, aunque Maya sabía
que yo era una Elegida, durante el tiempo que viví con ella, jamás me mencionó
el porqué.
-Señorita…-le eché una mirada acusadora.- Digo Emily.- Sonrió.
-Dime.
-¿Podría vestirse rápido?
-¿Por qué?-dije extrañada.
-Tenemos prisa.- con eso concluyo la conversación y salió de mi
habitación rápidamente, dejándonos a Dulce y a
mí a solas.
-¿A dónde vamos? – pregunté mientras caminaba en dirección a mi
armario.
Cogí una camiseta negra totalmente lisa.
-Nos vamos… ¡A nuestra tierra natal!
-¿Qué dices?- se me cayó de las manos
la camiseta, por culpa de la sorpresa. ¿Nos vamos a Allowa?
Allowa, es la ciudad donde nací, pero pasé muy poco tiempo allí, la
última vez que había ido tenía tres años y no estuvimos mucho tiempo, vosotros,
los humanos corrientes, lo conocéis como el submundo, es difícil llegar hasta
allí si no sabes exactamente cómo hacerlo, yo lo había intentado unas cuantas
veces, aun así, nunca lo conseguía, siempre que me intentaba escapar, por
cualquier cosa, lo intentaba. Algunos humanos, llegaron y le pusieron nombres
estúpidos, que suenan fatal, como La Atlántida, porque el tipo, cuyo nombre no
voy a recordar, no se le ocurrió otra cosa que entrar desde la puerta del mar,
la ciudad de oro, Nunca jamás, pero se equivocaban su ciudad “perdida” se llama
Allowa, la ciudad de las almas inspiradoras, las almas artísticas… de almas
puras…
-Sí, volvemos a nuestro hogar.
-Pero… ¿Para que?.-le pregunté intrigada, mientras me ponía la
camiseta y unos vaqueros.
-Para quedarnos.- bromeó Dulce.
-Anda ya, dímelo. – le conteste mientras me ataba los cordones de mis
Converse negras, mis favoritas.
-Te lo cuento por el camino, mientras vamos a buscar a Mary, mi
guardiana.
Salimos de mi habitación. Como de costumbre, el pasillo, esta
exageradamente frio, pasé un dedo por los viejos muebles de madera blanca y
gris, con fotos mías, de Dulce, de Maya y había una, de la boda de mis padres,
la observé con tristeza durante unos segundos, al final, me decidí a cogerla y
la abracé, me la llevaría a Allowa,
corrí hacía mi habitación, cogí mi mochila negra y metí dentro: la foto
de mis padres, mi ipod y unas cuantas prendas de ropa.
Antes de salir de la habitación, me observé en el espejo, mi pelo
negro brillaba bastante, pero todavía brillaba más, mis ojos, azules turquesa,
poco comunes, pero hermosos.
Suspiré ojala estuvieran mis padres aquí.
Dispuesta a salir, me acordé de algo que no me podía olvidar en ningún
caso.
Me acerqué cuidadosamente a una cajita de música, el único recuerdo
directo que tenía con mis padres, cuando se abría la caja inevitablemente se
ponía a sonar una melodía, para ser más exactos una nana, mi madre me la
cantaba cada noche. Dentro de la cajita de música encima de un cojín de
terciopelo blanco, había una foto, mi madre, cuyo nombre era Veronique y mi
padre, que se llamaba Phoneix y por último con dos años, aproximadamente yo
sujetando un jazmín en el jardín de la casa de Allowa, no recordaba exactamente
el aspecto de esa casa, ni donde estaba pero la añoraba; junto con mis padres.
Volví a salir de mi habitación, Maya, me esperaba, junto a Dulce, su
ropa había cambiado, una camiseta blanca
y unos leggins negros, substituían el pijama y unas sandalias negras, las
zapatillas.
-Y, ahora… ¿Me decis para que vamos?
-Si me acompañas a por Mary, te lo cuento.-Me dijo mientras entrabamos
en el vestíbulo.
-¿Mary?-Le pregunté extrañada.-Es… ¿Tu guardiana?
Dulce asintió con la cabeza.
-¿Así que Mary?-preguntó Maya pensativa.
-Si, ¿La conoces?-preguntó Dulce, mientras yo abría la puerta.
-¿Qué si me conoce? Eramos amigas en el colegio.-una sombra entró
repentinamente en casa, cerrando la puerta.
Me puse en guardia. La chica que había entrado bruscamente en casa,
era rubia con mechas castañas que centelleaban a la luz de la lámpara, llevaba
un vestido rojo como la sangre y unos zapatos de tacón que la hacían ver muy
esbelta, su mirada parecía felina e incluso en alguna ocasión tuve la sensación
que se iba a abalanzar hacía a mi y me arañaría, pero yo amansó a las gatitas.
-Y mi peor pesadilla ¿eh Mary?-Maya respondió con tal jovialidad, que
me descolocó y bajé la guardia.
Una mano rápida, me agarró del brazo y me zarandeo con brutalidad.
-Esta es una de las elegidas ¿he?- me siguió agarrando con fuerza, que
me provocó varios cardenales, y me empezó a registrarme.
-¡Respeto rubia!-dije sin pensar y con rabia.
-¡Cállate! –su voz sonaba
áspera.- Estoy buscando tu marca niñata, para saber que elegida eres.
Reí.
-¿De que te ríes?-me echó una mirada fulminante y clavó sus uñas en mi
brazo, me aparté violentamente librándome de sus desgarradoras uñas y su brazo
aplastador, proferí un gruñido y ella formo una postura de defensa, esperando
un ataque de mi parte.
La voz de Maya nos interrumpió junto con un resoplido.
-Parad… Parecéis dos crías… -se giró hacía Mary.- Tú deja de ser tan
brusca.-reí en mi interior mientras Mary suspiraba resignada. Maya volvió a
mirarme.- Y tú deja de pensar que todo es un enemigo.
-Es que a lo mejor lo es.
Maya me echo una mirada colérica y supe que tenía que parar. Cuando
por fin me estaba empezando a divertir.
-No tiene Marcar. Y antes de que preguntes tampoco tiene poderes.
Era muy típico de Maya que cuando se enfadaba no dejara hablar a nadie
si no era estrictamente necesario.
Casi toda la gente nacida en Allowa o que tienen padres Allowanos
tienen poderes, cosas comunes y básicas e incluso poco eficientes, menos
algunos que no tienen, a estas personas se las denomina guardianes, suelen
nacer de la alianza de un Allowano y un humano, pero sus defensas y
resistencias son tan potentes que se les considera verdaderos Allowanos y la
gente los trata por igual.
Luego están los Guerreros de Allowa, son personas que entrenan muy
duramente para desarrollar sus poderes lo máximo posible que les permita su
cuerpo y alma, luchan contra los posibles peligros que pueda tener Allowa o los
Allowanos, personas como los Assasins, este grupo de personas dirigido por Ecka,
señor de la oscuridad y las sombras, son niños secuestrado en sus primeros años
de vida, incapaces de recordar otra cosa que no fuera a él y su vida en la
guarida, entrenados para matar sin piedad, volviéndolos Assasins, los más
eficientes, o que llevan desde que nacieron en esto, son capaces de llegar a
ser Assasins con siete u ocho años de edad, los niños y niñas, creían que sus
padres les habían abandonado y que Ecka era su gran salvador, cosa no más
lejana que la realidad si Ecka secuestraba a tu hijo o hija podías olvidar de
volverlo a ver a no ser que fuera para matarte, cosa que suele suceder, esos
chicos reclaman venganza.
Otro tipo de personas que hay son los Príncipes, también conocidos
como “Los Alma Puras” sus almas tienen un don, son más puras…
Destacan por ser puros de alma, si consigues que una piedra pura te de
su afirmación te conviertes en príncipe, o princesa, ellos gobiernan el país de
que es Allowa, por aquel entonces había escasez de príncipes, su poder se
limita a los de siempre, pero pueden ver el aura de la gente, suele
manifestarse al cabo de un tiempo entrenando como Príncipe, en la Pureza.
Por ultimo pero no menos importantes, los Elegidos, estos que también
están en escasez, tienen poderes especiales, que otros Allowanos es imposible
que tengan se les podría decir que poseen un gran don, se les reconoce por su
Marca, que son de gran ayuda ya que te indican que don o poder posees, como
queráis decirle, la marca se graba para siempre en la piel sola sin ayuda de
nadie, a primera vista parece un tatuaje.
La Marca es diferente según el poder que has desarrollado, por ejemplo
los mas comunes, son los del agua, es decir poderes acuáticos, que es una gota que aparece, aunque resulte
extraño, al lado de los ojos como si fuera una lágrima, los del fuego, una
llama en la parte superior de la mano, los poderes eléctricos se representan
con un rayo, que suele aparecer desde el tobillo hasta la planta de los pies y
por último las plantas y la tierra, que es una pequeña enredadera que aparece
en la parte superior del brazo. Luego están los que no son tan comunes, como
los de Dulce, su Marca es un interrogante en el cuello, dándole así un aura de
misterio, su poder es el control de la mente, por aquellos momentos hacía poco
que la tenía así que sus poderes eran mínimos comparados con los que podría
tener, estos poderes iban desde la lectura de mentes hasta el control total de
ella, ella podía leer cosas sueltas de las mentes más cercanas.
Yo también soy una elegida, pero no tenía ni marca ni poderes ni nada,
era estresante…
-Ah… Genial.- su boca se torció hasta que al final se tornó una mueca
vacilante-
La observé, estaba absolutamente segura que esta tipa me causaría
problemas. Maya resoplo resignada, tal vez por el comportamiento de Mary, tal
vez por mi aire prepotente o simplemente porque sí.
-Perdón por molestar pero… ¿Podríamos irnos?-indiqué con voz molesta.
-Eso, eso.- respondió dulce.
-Anda caminad para dentro, que nos vamos a Allowa.
Sonreí había esperado esto con impaciencia durante mucho tiempo, por
no decir desde siempre. Miré a Dulce, ella también se la veía deseosa de ir.
Por fin.
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