[Como mi hermanita no sube nada yo sigo con lo mio~ xD]
Capitulo 2:
Nos adentramos de
nuevo en casa. Maya encabezaba la fila en el pasillo, guiándonos por la casa
hasta llegar a una sala que rara vez utilizábamos, de pequeña la llamaba “La
sala Oscura” pues las paredes eran muy oscuras y aunque encendieras la luz y
abrieras las ventanas la habitación era tan tétrica y lúgubre que evitaba
entrar, pues para mi esa habitación era la morada de los monstruos y los
oscuros, temblaba cada vez que tenía que entrar. Di un respingo al ver la
dirección a la que iba Maya. Abrió la puerta con sumo cuidado como si temiera
romperla, nos indico que pasáramos al interior y cuando nos tuvo a todas dentro
volvió a cerrar la puerta con el mismo cuidado que cuando la abrió. El aroma
que desprendía la sala era húmedo y me recordaba lo cerrada que se mantenía esa
habitación. La habitación se componía de una mesa rectangular que ocupaba la
parte central de la sala, luego cuatro sillas la rodeaban, una estantería
ocupaba la mitad de la pared derecha y dentro había pequeños frascos parecidos
a perfumes y bolsitas con polvos extraños, también alguna que otra muñeca de
porcelana de por medio. Y enfrente de la puerta un par de ventanas gemelas que
daban a la calle.
Maya se acercó a la
estantería y con una llave, que parecía bastante vieja, la abrió, saco una de
las bolsitas con polvos y volvió a cerrar la estantería. Abrió la bolsita, acercándomela,
un olor parecido a la canela inundo la sala y supe que aquello eran los Polvos
del Fénix, entonces recordé por que aquella estantería se mantenía cerrada, de
pequeña intentaba tanto volver a Allowa, que Maya tenía que cerrar aquella
estantería por los Polvos del Fénix (siempre los intentaba robar para
escaparme) , estos polvos han sido siempre la forma rápida de ir a Allowa, son
escasos y bastante caros. Sin decir una palabra Maya se puso un poco en la mano
y soplo echándoselos a la cara a Mary, el polvo la rodeo y desapareció, podéis
pensar que pasar de la superficie a Allowa es fácil con los polvos, pero
también peligroso, se necesitan años de experiencia para manejarlos bien, por
que, en el peor de los casos, podrías desaparecer… para siempre, por eso Maya
los quitó de mi disposición por que no eran pocas las veces que intentaba
marcharme.
Repitió el proceso
con Dulce y antes de hacerlo conmigo me estrecho entre sus brazos y beso mi
mejilla izquierda.
Aparecí en una de
las plazas de Allowa, junto a Dulce que conversaba animadamente con Mary y a
los pocos segundos apareció Maya.
Allowa no había
cambiado mucho desde mi última visita, seguía teniendo esa aura de misterio que
tanto adoraba, el país en si era oscuro y aunque fuera de día las calles
siempre estaban iluminadas por unas pequeñas farolas, dándole a la ciudad una
ambiente fantasmagórico. La gente no se sorprendía al vernos aparecer de la
nada, pues ya era costumbre aquellos viajes de un lugar a otro, normalmente los
guardianes eran los únicos que sabían hacerlo aunque claro toda regla tenía su
excepción.
Maya sin decir nada
se encaminó hacía, lo que supuse, el centro de la ciudad, todavía estaba un
tanto desorientada pues hacía años que no estaba en aquella ciudad. Mary se fue
tras ella. Dulce y yo nos quedamos adrede un poco rezagadas , Dulce no podía
contener la emoción y los ojos le brillaban de pura expectación. En aquel
momento supuse no podía ir más desencaminada.
-¡Señorita Király
venga!-gritó Maya.
-¡Emily!- le
respondí. Me estaba empezando a molestar la historia del apellido.
Dulce y yo nos
acercamos poco a poco a ellas, sin
prisas dejando pasar a la gente y si era posible ocultarnos tras de ellos,
seguimos caminando un rato más hasta que al final llegamos a ellas, entonces no
pude esperar más.
-Y ahora Maya como
eres tan fantástica y tan genial… me dirás ya ¿hacía donde vamos?
-No tengo por que
decírselo.-sonrió maliciosa.
-¡Oye!-mi cara se
tornó una mueca de sorpresa.
-Camina.-la voz de
Mary sonó seca.
Caminamos
tranquilamente hasta llegar a la plaza principal de la ciudad, la gente se la
veía muy alborotada y había mucha más de lo normal.
-¿Por qué la gente
esta así? ¿Se han enterado de que venía y no han podido soportar no verme?-
Bromee
-¡No, tonta!-Exclamó
Dulce.-Viene alguien mas interesante que nosotras.
-¿Es eso posible?-
le dije con sorpresa teatral.
-Sí, si es un alma
pura que se presenta a la prueba.-me miró con picardía.
-¿Así? –parpadee
varias veces- Hacía años que nadie lo intentaba nadie.
La gente que intenta
ser un príncipe de alma pura tiene que pasar por una especie de prueba para ver
si realmente tenían el alma pura o simplemente confundieron y no tiene ningún
don.
-¿Sabéis? Nosotras
presenciaremos la prueba de pureza.-intervino Maya.
-¿¡Que!?-exclamamos
Dulce y yo al unísono.
Muy poca gente podía
presenciar este tipo de pruebas, a parte de que eran muy pocas, exclusivamente
la podían presenciar gente que vivía en un edificio llamado La Pureza, donde
viven los Príncipes, parecía más un castillo que un edificio, pocas personas
más vivían allí, su nombre proviene de la gigantesca gema que hay en el centro
del patio, con el cual se formo el primer collar puro de la historia, tallado
por la mano de un alma pura.
-Para eso hemos
venido bellezas, también por que quieren supervisar vuestro entrenamiento como
elegidas.-aclaró Mary, recogió su pelo y se la ato con un elástico que tenía en
la muñeca.-En la Pureza
-Yo solo sabía lo
del entrenamiento.-se apresuró a decir Dulce.- A mi nadie me dijo nada de vivir
en La Pureza ni nada de Príncipes.- Su voz sonaba atropellada.
-¿Para que?-resoplé
un poco molesta.
-Para supervisar
nuestro entrenamiento, es que ¡parece que no escuchas!-respondió Dulce.
La gente empezaba a
acumularse en aquella plaza y los empujones empezaban a ponerme de mala leche,
la gente seguía gritando como si le fuera la vida en ello, pero había un
espacio que nadie se atrevía a ocupar, por muy lleno que estuviera, formaba un
camino que cruzaba toda la plaza.
-Me refiero que para
que supervisarnos.-puse los ojos en blanco y me crucé de hombros. Molesta.-Y
luego la tonta soy yo.
Entonces un
automóvil totalmente negro como la noche y misterioso a más no poder, con los
cristales teñidos, cruzó la plaza en el camino que nadie ocupaba, llamaba
bastante la atención, seguido de este vinieron otros tantos automóviles, para
mi sorpresa uno de ellos se paró delante de nosotras, lo miré con expectación.
Un hombre totalmente vestido de negro se plantó delante de nosotras, rozaba el
metro noventa y su expresión era tan seria que podía hacerse pasar por un
gangster italiano.
Dulce le echo una
mirada amenazadora y su semblante reflejaba desconfianza, una voz chillona
interrumpió nuestros pensamientos de huida.
-¡Servició de taxi!
Dulce y yo nos
quedamos mirando a Mary con cierto horror, por un momento había pensado que lo
decía en broma pero con una agilidad impresionante se adentro en el coche junto
a Maya y aun negándonos Dulce y yo nos metimos dentro.
La tapicería de
cuero negro era suave y cómoda.
-Este coche nos
llevará a La Pureza, el chico que hace la prueba de alma pura ira en el coche
que tenemos detrás.-comentó Maya.
Estaba sentada al
lado de la ventanilla y tenía una gran visión de lo que pasaba, la gente
señalaba el coche y murmuraban preguntándose si allí estaría el alma pura o en
el coche que nos seguía detrás, totalmente idéntico. Dulce estaba a mi lado y
en la otra ventanilla Maya, delante iban el Gangster y Mary, que tenía una
animada conversación sobre un amigo en común un tal Apolo.
Resoplé. El problema
en aquel instante no era si Apolo se había divorciado, ni tampoco si el alma
pura estaba en el otro coche, mi problema era que yo no tenía poderes como iba
a entrenar entonces. Eso alarmó mis pensamientos, pues Dulce ya tenía poderes y
podría entrenar tranquilamente pero y ¿yo? Quedaría en ridículo delante del
entrenador, y Emily, No puede quedar en ridículo, aquella era una de las pocas
normas que obedecía, pues odiaba eso de que la gente se riera de otra, era algo
que no me apetecía pasar.
Me pasé la mayoría
del trayecto pensando como hacer que mis “superpoderes” aparecieran, sin mucho
éxito en realidad. Dulce estuvo escuchando música durante todo el tiempo y
Maya, Mary y el gánster seguía su charla cambiando de tema cada cuarto de hora
o menos.
La mano de Dulce me
zarandeó y me indicó con una mano que mirara por la ventana, ante mí surgía el
gran edificio de la Pureza, parecía brillar con luz propia, de pequeña había ido
una vez con mis padres, los pequeños recuerdos inundaron mis pensamientos y me
embadurnó una sensación de cálida tranquilidad y una fría manta de añoranza,
ambas sensaciones combatían en mi interior intentando deprimirme o
tranquilizarme y yo intentando apartarlas…
-A vosotras os toca
estar en la misma habitación.-giré rápidamente mi cara hacía ella.-Nosotras
estaremos viviendo en la casa solariega de la familia Király.
-¿Viviremos solas?
-Más o menos…-el
coche cruzó unas puertas metálicas que se habían abierto solas.- Nosotras
vendremos más o menos por el mediodía y al anochecer nos iremos.
-De fiesta.-Añadió
Mary. Maya la fulminó con la mirada.
El coche paró
delante de una gran puerta acristalada, en aquel momento me sentí extraña y
desconcertada, sería realmente la primera vez que estaría sola, sin protección,
si vale, tenía a Dulce, pero no era lo mismo. Y aunque me reviente decirlo… en
aquel momento sentí miedo.
Salimos del oscuro
coche y en la entrada de la puerta un tipo igual que el gánster nos acompañó al
interior, Maya y Mary se fueron por un lado y a nosotras nos empujaron al
contrario, caminamos un rato detrás del tío con pintas de gánster hasta llegar
a una de las cientos de puertas iguales que había en aquel lugar, la abrió con
una llave y nos indicó con la mano que entráramos.
-En una hora en la
sala principal.- nos dio una copia de las llaves y se fue por donde había
venido, sin dejarnos responder.
Teníamos poco tiempo
si queríamos estar totalmente arregladas para ver en primer plano la prueba del
Alma Pura, sinceramente esperaba de corazón que todo lo saliera bien y que
fuera un Príncipe más, Allowa lo necesitaba, los necesitaba a todos.
Al rato me di cuenta
de que Dulce estaba extrañamente callada,
normalmente era una persona que no callaba ni debajo del agua y verla
tan callada me parecía señal de problemas o como mínimo de algo malo…
-Oye Dulce, ¿te
ocurre algo?
-Nada.- su tono seco
me descolocó por completo, estaba enfadada conmigo.
-¡Venga ya!-le
espeté.- ¿Qué te pasa?
Se me quedó mirando,
taladrándome con la mirada mientras se cruzaba de brazos.
-No se, dímelo tú.-
las palabras me dolieron como si de bofetadas se trataran.- ¿Tú con miedo? Por
favor Emily… eres la última persona que pensé que tendría miedo de quedarse
sola.
Un gruñido se escapó
de mi garganta en aquel instante, pues estaba verdaderamente molesta.
-¿Quieres dejar de
meterte en mi cabeza? - me giré hacía el lado contrario de Dulce dejando así de
mirarla.- Me parece increíble que hagas eso conmigo.
-No hasta que me
digas que te pasa.-me agarró de la muñeca izquierda impidiéndome irme o
escapar.- Me preocupas Emily.
-Pues preocúpate por
ti.- me zafé de su mano agarradora y me fui directa hacía la puerta, recogiendo
por el camino mis Converse negras, le dediqué una última mirada a Dulce y salí
por la puerta molesta por la poca confianza que depositaba en mí la única
persona en la que confiaba.
Ella sabía
perfectamente que no me gustaba que la gente se metiera en mi vida, y menos sin
permiso, era algo que desde siempre me había inquietado y no soportaba la idea
de que alguien se metiera en mi cabeza.
Estuve paseando un
poco por los pasillos del edificio donde viviría durante un tiempo, la poca
gente que me encontraba andaba atareada de un lugar a otro, supuse que por la
prueba, aunque tampoco es que me fijara mucho estaba más bien inmersa en mis
pensamientos, incluso algo ausente.
Cuando me dispuse a
pasar un arco que separaba dos salas me acabé chocando con alguien, alcé la
vista, que hasta entonces la había tenido clavada en el suelo, y me encontré
con una sonrisa como pocas había visto, ante mi, un chico de alborotados
cabellos morenos y unos ojos del mismo color que transmitían simpatía me miraba
de forma socarrona.
-Mira por donde vas
enana.- me dijo acto seguido.
-Bueno si tú
tuvieras más cuidado no te habrías chocado conmigo.- Aunque eso también se
pudiera aplicar a mi hoy no tenía ganas de asumir las culpas de nada.
-Pues considéralo
como… que has tenido suerte.- su sonrisa se torno una media-sonrisa torcida.
-¿Suerte?
-Si, te has
encontrado conmigo.- me guiñó un ojo y se fue con paso constante hacía otra
puerta que había al otro lado, hacía quien sabe donde.
Todos los buenos
pensamientos que había tenido sobre él en aquellos breves instantes se
desvanecieron como el vapor, pero quien se había creído, suerte por
encontrármelo vaya personaje estaba echo, suerte que no volvería a verlo en la
vida o como mínimo eso esperaba, por la forma despreocupada que aparentaba
debía ser el hijo de algún sirviente, o como mucho, el hijo de algún
entrenador.
Al final acabé
volviendo a la habitación, después de un buen rato buscándola, Dulce me
esperaba sentada en la cama con las piernas y los brazos cruzados, todavía
enfadada o como mínimo molesta por lo de antes, aun no sabía como disculparme e
incluso pensé que ella también tenía que hacerlo, ambas nos habíamos pasado de
la raya, se levantó en silencio de la cama y salió por la puerta, con los
tacones negros rechinando en el suelo la seguí a cierta distancia, hasta llegar
a la sala principal de La Pureza, donde se celebraría la prueba del Alma Pura.
me encat ala historia es muy biuena:)
ResponderEliminarSolo deciros que continues escribiendo i que mi historia en http://angeles-endemoniados.blogspot.com.es vaa continuar asique cuando querais podeis pasaros i comentar si? un ebsotee
hola! :D
ResponderEliminarGracias por pasarte ahroa leeremos tu historia, la nuestra va un poco con retraso por culpa de los estudios!
¡Nos ha hecho mucha ilusión ver tu comentario!
Gracias! ^^