martes, 21 de febrero de 2012

Crónicas de Allowa~


[Como mi hermanita no sube nada yo sigo con lo mio~ xD]

Capitulo 2:

Nos adentramos de nuevo en casa. Maya encabezaba la fila en el pasillo, guiándonos por la casa hasta llegar a una sala que rara vez utilizábamos, de pequeña la llamaba “La sala Oscura” pues las paredes eran muy oscuras y aunque encendieras la luz y abrieras las ventanas la habitación era tan tétrica y lúgubre que evitaba entrar, pues para mi esa habitación era la morada de los monstruos y los oscuros, temblaba cada vez que tenía que entrar. Di un respingo al ver la dirección a la que iba Maya. Abrió la puerta con sumo cuidado como si temiera romperla, nos indico que pasáramos al interior y cuando nos tuvo a todas dentro volvió a cerrar la puerta con el mismo cuidado que cuando la abrió. El aroma que desprendía la sala era húmedo y me recordaba lo cerrada que se mantenía esa habitación. La habitación se componía de una mesa rectangular que ocupaba la parte central de la sala, luego cuatro sillas la rodeaban, una estantería ocupaba la mitad de la pared derecha y dentro había pequeños frascos parecidos a perfumes y bolsitas con polvos extraños, también alguna que otra muñeca de porcelana de por medio. Y enfrente de la puerta un par de ventanas gemelas que daban a la calle.
Maya se acercó a la estantería y con una llave, que parecía bastante vieja, la abrió, saco una de las bolsitas con polvos y volvió a cerrar la estantería. Abrió la bolsita, acercándomela, un olor parecido a la canela inundo la sala y supe que aquello eran los Polvos del Fénix, entonces recordé por que aquella estantería se mantenía cerrada, de pequeña intentaba tanto volver a Allowa, que Maya tenía que cerrar aquella estantería por los Polvos del Fénix (siempre los intentaba robar para escaparme) , estos polvos han sido siempre la forma rápida de ir a Allowa, son escasos y bastante caros. Sin decir una palabra Maya se puso un poco en la mano y soplo echándoselos a la cara a Mary, el polvo la rodeo y desapareció, podéis pensar que pasar de la superficie a Allowa es fácil con los polvos, pero también peligroso, se necesitan años de experiencia para manejarlos bien, por que, en el peor de los casos, podrías desaparecer… para siempre, por eso Maya los quitó de mi disposición por que no eran pocas las veces que intentaba marcharme.
Repitió el proceso con Dulce y antes de hacerlo conmigo me estrecho entre sus brazos y beso mi mejilla izquierda.
Aparecí en una de las plazas de Allowa, junto a Dulce que conversaba animadamente con Mary y a los pocos segundos apareció Maya.  
Allowa no había cambiado mucho desde mi última visita, seguía teniendo esa aura de misterio que tanto adoraba, el país en si era oscuro y aunque fuera de día las calles siempre estaban iluminadas por unas pequeñas farolas, dándole a la ciudad una ambiente fantasmagórico. La gente no se sorprendía al vernos aparecer de la nada, pues ya era costumbre aquellos viajes de un lugar a otro, normalmente los guardianes eran los únicos que sabían hacerlo aunque claro toda regla tenía su excepción.
Maya sin decir nada se encaminó hacía, lo que supuse, el centro de la ciudad, todavía estaba un tanto desorientada pues hacía años que no estaba en aquella ciudad. Mary se fue tras ella. Dulce y yo nos quedamos adrede un poco rezagadas , Dulce no podía contener la emoción y los ojos le brillaban de pura expectación. En aquel momento supuse no podía ir más desencaminada.
-¡Señorita Király venga!-gritó Maya.
-¡Emily!- le respondí. Me estaba empezando a molestar la historia del apellido.
Dulce y yo nos acercamos  poco a poco a ellas, sin prisas dejando pasar a la gente y si era posible ocultarnos tras de ellos, seguimos caminando un rato más hasta que al final llegamos a ellas, entonces no pude esperar más.
-Y ahora Maya como eres tan fantástica y tan genial… me dirás ya ¿hacía donde vamos?
-No tengo por que decírselo.-sonrió maliciosa.
-¡Oye!-mi cara se tornó una mueca de sorpresa.
-Camina.-la voz de Mary sonó seca.
Caminamos tranquilamente hasta llegar a la plaza principal de la ciudad, la gente se la veía muy alborotada y había mucha más de lo normal.
-¿Por qué la gente esta así? ¿Se han enterado de que venía y no han podido soportar no verme?- Bromee
-¡No, tonta!-Exclamó Dulce.-Viene alguien mas interesante que nosotras.
-¿Es eso posible?- le dije con sorpresa teatral.
-Sí, si es un alma pura que se presenta a la prueba.-me miró con picardía.
-¿Así? –parpadee varias veces- Hacía años que nadie lo intentaba nadie.
La gente que intenta ser un príncipe de alma pura tiene que pasar por una especie de prueba para ver si realmente tenían el alma pura o simplemente confundieron y no tiene ningún don.
-¿Sabéis? Nosotras presenciaremos la prueba de pureza.-intervino Maya.
-¿¡Que!?-exclamamos Dulce y yo al unísono.
Muy poca gente podía presenciar este tipo de pruebas, a parte de que eran muy pocas, exclusivamente la podían presenciar gente que vivía en un edificio llamado La Pureza, donde viven los Príncipes, parecía más un castillo que un edificio, pocas personas más vivían allí, su nombre proviene de la gigantesca gema que hay en el centro del patio, con el cual se formo el primer collar puro de la historia, tallado por la mano de un alma pura.
-Para eso hemos venido bellezas, también por que quieren supervisar vuestro entrenamiento como elegidas.-aclaró Mary, recogió su pelo y se la ato con un elástico que tenía en la muñeca.-En la Pureza
-Yo solo sabía lo del entrenamiento.-se apresuró a decir Dulce.- A mi nadie me dijo nada de vivir en La Pureza ni nada de Príncipes.- Su voz sonaba atropellada.
-¿Para que?-resoplé un poco molesta.
-Para supervisar nuestro entrenamiento, es que ¡parece que no escuchas!-respondió Dulce.
La gente empezaba a acumularse en aquella plaza y los empujones empezaban a ponerme de mala leche, la gente seguía gritando como si le fuera la vida en ello, pero había un espacio que nadie se atrevía a ocupar, por muy lleno que estuviera, formaba un camino que cruzaba toda la plaza.
-Me refiero que para que supervisarnos.-puse los ojos en blanco y me crucé de hombros. Molesta.-Y luego la tonta soy yo.
Entonces un automóvil totalmente negro como la noche y misterioso a más no poder, con los cristales teñidos, cruzó la plaza en el camino que nadie ocupaba, llamaba bastante la atención, seguido de este vinieron otros tantos automóviles, para mi sorpresa uno de ellos se paró delante de nosotras, lo miré con expectación. Un hombre totalmente vestido de negro se plantó delante de nosotras, rozaba el metro noventa y su expresión era tan seria que podía hacerse pasar por un gangster italiano.
Dulce le echo una mirada amenazadora y su semblante reflejaba desconfianza, una voz chillona interrumpió nuestros pensamientos de huida.
-¡Servició de taxi!
Dulce y yo nos quedamos mirando a Mary con cierto horror, por un momento había pensado que lo decía en broma pero con una agilidad impresionante se adentro en el coche junto a Maya y aun negándonos Dulce y yo nos metimos dentro.
La tapicería de cuero negro era suave y cómoda.
-Este coche nos llevará a La Pureza, el chico que hace la prueba de alma pura ira en el coche que tenemos detrás.-comentó Maya.
Estaba sentada al lado de la ventanilla y tenía una gran visión de lo que pasaba, la gente señalaba el coche y murmuraban preguntándose si allí estaría el alma pura o en el coche que nos seguía detrás, totalmente idéntico. Dulce estaba a mi lado y en la otra ventanilla Maya, delante iban el Gangster y Mary, que tenía una animada conversación sobre un amigo en común un tal Apolo.
Resoplé. El problema en aquel instante no era si Apolo se había divorciado, ni tampoco si el alma pura estaba en el otro coche, mi problema era que yo no tenía poderes como iba a entrenar entonces. Eso alarmó mis pensamientos, pues Dulce ya tenía poderes y podría entrenar tranquilamente pero y ¿yo? Quedaría en ridículo delante del entrenador, y Emily, No puede quedar en ridículo, aquella era una de las pocas normas que obedecía, pues odiaba eso de que la gente se riera de otra, era algo que no me apetecía pasar.
Me pasé la mayoría del trayecto pensando como hacer que mis “superpoderes” aparecieran, sin mucho éxito en realidad. Dulce estuvo escuchando música durante todo el tiempo y Maya, Mary y el gánster seguía su charla cambiando de tema cada cuarto de hora o menos.
La mano de Dulce me zarandeó y me indicó con una mano que mirara por la ventana, ante mí surgía el gran edificio de la Pureza, parecía brillar con luz propia, de pequeña había ido una vez con mis padres, los pequeños recuerdos inundaron mis pensamientos y me embadurnó una sensación de cálida tranquilidad y una fría manta de añoranza, ambas sensaciones combatían en mi interior intentando deprimirme o tranquilizarme y yo intentando apartarlas…
-A vosotras os toca estar en la misma habitación.-giré rápidamente mi cara hacía ella.-Nosotras estaremos viviendo en la casa solariega de la familia Király.
-¿Viviremos solas?
-Más o menos…-el coche cruzó unas puertas metálicas que se habían abierto solas.- Nosotras vendremos más o menos por el mediodía y al anochecer nos iremos.
-De fiesta.-Añadió Mary. Maya la fulminó con la mirada.
El coche paró delante de una gran puerta acristalada, en aquel momento me sentí extraña y desconcertada, sería realmente la primera vez que estaría sola, sin protección, si vale, tenía a Dulce, pero no era lo mismo. Y aunque me reviente decirlo… en aquel momento sentí miedo.
Salimos del oscuro coche y en la entrada de la puerta un tipo igual que el gánster nos acompañó al interior, Maya y Mary se fueron por un lado y a nosotras nos empujaron al contrario, caminamos un rato detrás del tío con pintas de gánster hasta llegar a una de las cientos de puertas iguales que había en aquel lugar, la abrió con una llave y nos indicó con la mano que entráramos.
-En una hora en la sala principal.- nos dio una copia de las llaves y se fue por donde había venido, sin dejarnos responder.
Teníamos poco tiempo si queríamos estar totalmente arregladas para ver en primer plano la prueba del Alma Pura, sinceramente esperaba de corazón que todo lo saliera bien y que fuera un Príncipe más, Allowa lo necesitaba, los necesitaba a todos.

Al rato me di cuenta de que Dulce estaba extrañamente callada,  normalmente era una persona que no callaba ni debajo del agua y verla tan callada me parecía señal de problemas o como mínimo de algo malo…
-Oye Dulce, ¿te ocurre algo?
-Nada.- su tono seco me descolocó por completo, estaba enfadada conmigo.
-¡Venga ya!-le espeté.- ¿Qué te pasa?
Se me quedó mirando, taladrándome con la mirada mientras se cruzaba de brazos.
-No se, dímelo tú.- las palabras me dolieron como si de bofetadas se trataran.- ¿Tú con miedo? Por favor Emily… eres la última persona que pensé que tendría miedo de quedarse sola.
Un gruñido se escapó de mi garganta en aquel instante, pues estaba verdaderamente molesta.
-¿Quieres dejar de meterte en mi cabeza? - me giré hacía el lado contrario de Dulce dejando así de mirarla.- Me parece increíble que hagas eso conmigo.
-No hasta que me digas que te pasa.-me agarró de la muñeca izquierda impidiéndome irme o escapar.- Me preocupas Emily.
-Pues preocúpate por ti.- me zafé de su mano agarradora y me fui directa hacía la puerta, recogiendo por el camino mis Converse negras, le dediqué una última mirada a Dulce y salí por la puerta molesta por la poca confianza que depositaba en mí la única persona en la que confiaba.
Ella sabía perfectamente que no me gustaba que la gente se metiera en mi vida, y menos sin permiso, era algo que desde siempre me había inquietado y no soportaba la idea de que alguien se metiera en mi cabeza.
Estuve paseando un poco por los pasillos del edificio donde viviría durante un tiempo, la poca gente que me encontraba andaba atareada de un lugar a otro, supuse que por la prueba, aunque tampoco es que me fijara mucho estaba más bien inmersa en mis pensamientos, incluso algo ausente.
Cuando me dispuse a pasar un arco que separaba dos salas me acabé chocando con alguien, alcé la vista, que hasta entonces la había tenido clavada en el suelo, y me encontré con una sonrisa como pocas había visto, ante mi, un chico de alborotados cabellos morenos y unos ojos del mismo color que transmitían simpatía me miraba de forma socarrona.
-Mira por donde vas enana.- me dijo acto seguido.
-Bueno si tú tuvieras más cuidado no te habrías chocado conmigo.- Aunque eso también se pudiera aplicar a mi hoy no tenía ganas de asumir las culpas de nada.
-Pues considéralo como… que has tenido suerte.- su sonrisa se torno una media-sonrisa torcida.
-¿Suerte?
-Si, te has encontrado conmigo.- me guiñó un ojo y se fue con paso constante hacía otra puerta que había al otro lado, hacía quien sabe donde.
Todos los buenos pensamientos que había tenido sobre él en aquellos breves instantes se desvanecieron como el vapor, pero quien se había creído, suerte por encontrármelo vaya personaje estaba echo, suerte que no volvería a verlo en la vida o como mínimo eso esperaba, por la forma despreocupada que aparentaba debía ser el hijo de algún sirviente, o como mucho, el hijo de algún entrenador.
Al final acabé volviendo a la habitación, después de un buen rato buscándola, Dulce me esperaba sentada en la cama con las piernas y los brazos cruzados, todavía enfadada o como mínimo molesta por lo de antes, aun no sabía como disculparme e incluso pensé que ella también tenía que hacerlo, ambas nos habíamos pasado de la raya, se levantó en silencio de la cama y salió por la puerta, con los tacones negros rechinando en el suelo la seguí a cierta distancia, hasta llegar a la sala principal de La Pureza, donde se celebraría la prueba del Alma Pura.

2 comentarios:

  1. me encat ala historia es muy biuena:)
    Solo deciros que continues escribiendo i que mi historia en http://angeles-endemoniados.blogspot.com.es vaa continuar asique cuando querais podeis pasaros i comentar si? un ebsotee

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  2. hola! :D
    Gracias por pasarte ahroa leeremos tu historia, la nuestra va un poco con retraso por culpa de los estudios!
    ¡Nos ha hecho mucha ilusión ver tu comentario!
    Gracias! ^^

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